Decidí tirar el reloj por la ventana y hacer que el tiempo volara.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Un paso, que hay que dar

El antes y el despues

Recostada en su cama, contempla su soledad mientras oye avanzar una tras otra la lista de los más vendidos en la radio, y uno de ellos le recuerda un momento vivido junto a él. Yace entre almohadones de color azul y amarillo, y viste un pijama cortito, propio del verano, de color rojo; uno que él le podría haber arrancado a mordiscos cientos de veces si hubiese querido. Deja sus hombros al descubierto, con lo cual el cabello le roza los hombros, como también le roza la luz de la mañana, y los deja al aire, para poder ser besados más fácilmente. Por la ventana abierta, el calor asfixiante del verano se filtra, junto con palabras de la calle abajo transitada. ¿Acaso se filtrarían jamás las que ella quería oír? En ese momento cierra los ojos y se sumerge en un pequeño sueño, pero muy placentero. La trama era simple: jamás volvía a pensar en él.



Abre los ojos. Recostada en su cama, contempla la litografía de la pared mientras oye avanzar una tras otra la lista de los más vendidos en la radio, y uno de ellos le recuerda un verano magnífico. Yace entre almohadones de color azul y amarillo, y viste un pijama cortito, propio del verano, de color rojo, con el que descansa perfectamente. Además, deja sus hombros al descubierto, con lo cual el cabello le roza los hombros, como también le roza la luz de la mañana, esa cálida luz que le adormece. Por la ventana abierta, el calor asfixiante del verano se filtra, junto con palabras de la calle abajo transitada. ¿Acaso no se podrían filtrar los cantos de los pájaros? En ese momento, se sienta en la cama y... decide ir a la playa a tomar el sol.

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